viernes, 30 de marzo de 2012

"A cualquiera le pasa. Pero alguna vez sucede que aparecen las dudas. Para encender el detector de mentiras social sólo basta con deslizarse por el margen de las máximas que pululan. Aquí hay una lista limitada y defectuosa que puede servir para al menos hacerse preguntas. Más o menos banales, hay personajes y situaciones que están atravesados por estigmas que variados grupos humanos reproducen. Como hostias ante las que se dice Amén

Son verdades de pacotilla, mentiras legalizadas o al menos reduccionismos, que cansan tanto que dan ganas de retrucarlos. Cuando se los despanzurra un poco, aparece un abanico de posibilidades que antes estaban escondidas. Diez supuestos nada inofensivos y sus respectivos "desayunos", que aunque puedan ser desacertados tienen buena intención. A saber:

1. "Listo, le gusto". Ahí va una, pobre, con cara de contenta esperando la gran cita. Vea, no se alegre: gustarle a un hombre no significa absolutamente nada. Sólo refresca la autoestima. En su mayoría quedan ahí con cara de galán, gustando de sí mismos por el hecho de que gusten de él, a la espera de que usted se le caiga encima, le mande 20 mails o le diga alguna frase matadora: son depredadores, eternos buscadores del orsai ajeno. Tenga cuidado. Útiles para practicar el levante o medir la propia cotización en plaza, pero no cuente con resultados. Son barrenderos de hormonas; recopiladores de fellatios a su propio ego. Nada más.

2. "Si es gato, es gauchita". Mentira. Hay buenas y hay malísimas. Que a Richard Gere le haya ido bien con Julia Roberts no hace a la regla. No se crea.

3. "Las rubias son tontas". Grave engaño para esconderle al mundo la manga de morochas "tontas" que abundan. En la Argentina, las rubias "tontas" son en realidad morochas pura cepa teñidas y bien listas. Pues la verdad, mujeres tontas hay muy pocas. La tonta la pasa mal; la que hace de tonta no, es la más viva.

4. "Socorro, tiene las manos chicas". No sé quién fue el que inventó la regla sexual de la altura, de la ele y de las manos, pero el caso es que las mejores adivinadoras hablan del cuello. Rugbiers, absténganse de la cucarda, porque el mérito es de la práctica deportiva y no de la naturaleza. Como también este último puede que sea otro mito, seamos sinceras de una vez: el tamaño no importa, exceptuando verdaderos extremos de la menudencia (o cualquier tamaño con performance apática).

5. "Los petisos tienen más onda". Los que no son prepoteros o gritones, buscan sobresalir lo que no puede su estatura con artimañas de despliegue dudoso. Bailan bien por pura necesidad y por facilitárseles el movimiento, claro está. No es que los altos sirvan para mucho tampoco, pero ninguno merece el podio. Si un petiso tiene onda no es porque es petiso, sino porque es un hombre con onda y listo.

6. "Los gordos tienen más onda". Otro mito berreta. Hay enojados con su humanidad que le hacen la vida imposible a cualquiera. Esto se aplica a cualquier ser humano que se procura dañar y/o que ve o se siente por alguna razón defectuoso: se pone jodido. Por eso, créale al gordo que de verdad deplora su obesidad o que engorda porque ama demasiado la vida. Ese seguro tiene onda.
7. "Las mujeres tristes son mal atendidas". ¡Mentira! ¡No toda bien atendida es feliz! Son las peores, nada les basta. Si se les tiran encima todas las noches se preocupan porque el tomate está caro. Y encima en las reuniones dicen con cara de perro "ah, sí, un insaciable, me tiene harta" como si tal cosa. Si un día él se planta y se abandona al sueño como una marmota ellas van a poner cara de mal atendidas de veras, un detalle en sus rostros que, en realidad, no hará diferencia alguna.

8. "Las mujeres son complicadas". Vea, si todas son complicadas, el simplote es usted. Si todos se enojan conmigo el del problema soy yo. Lógica pura. Que las hay, las hay, pero no es complicación. Deje de buscarle la paja al ojo femenino, que el onanista con las poderosas manipuladoras es usted.

9. "Los hombres son simples". A diferencia de la mujer, que hace lo mejor que puede con su complejidad innata, el hombre complica la simplicidad con la que viene. No sé si seremos las culpables pero el resultado es descollante. Defensas y reveses traen ejemplares rebuscadísimos como: el showman amargo por dentro, el héroe del ausentismo y el desapego, el purista displicente, el adulador por conveniencia, el "sensible" chupasangre, el recopilador de miradoras (anteriormente detallado) y tantos otros. Espérese a conocer a cada hombre. Tardan un poco en hacer pactos sencillos consigo mismos respecto a las mujeres... digo.

10. "La mujer está liberada". El más triste de los disparates de moda. Mandar, levantar, ir al frente, dar la iniciativa, ser cool, ser sexy, ser free, ser light, leer manuales del éxito (desde la empresa hasta la cama -o lo mismo-) no es sino un nuevo negocio de esclavitud. Si logramos algo fueron varones cómodos que esperan un centro -para después arrogarse el gol-. Si logramos algo fue una versión de mujer predadora o predada, por lejos corrida del ser libre que protege y es protegido a la vez, que ríe, hace-deja reír.

No se trague estos sapos. Sólo haga gárgaras. Salud.